El artífice de este palacio y negociador de la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam fue el ilustre político gallego Eugenio Montero Ríos, que firmó en contra de su voluntad el Tratado de París (1898).
Él era, ante todo, una persona religiosa y humilde. Estudió en el seminario compostelano hasta cursar Teología y Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela. En 1858 se marchó a Madrid para titularse como doctor y opositar a la cátedra de Derecho Canónico en la Universidad de Oviedo.
Liberal «de los de entonces» fue diputado por el Partido Progresista de Prim, ministro de Gracia y Justicia y el único miembro del Gobierno que acompañó al Rey Amadeo de Saboya en su exilio a Lisboa, como asegura su tataranieto, el prestigioso arquitecto Manuel Sainz de Vicuña, Marqués de Alhucemas.
Diputado por Madrid y Lalín, ya como miembro del Partido Liberal de Sagasta, Eugenio Montero Ríos asumió durante dos ocasiones la presidencia del Congreso. Tras la restauración borbónica, en el primer gobierno de AlfonsoXIII (1885) presidió el Tribunal Supremo, el Senado y en 1905 ocupó la presidencia del Consejo de Ministros.