Es bien sabido que la imagen personal es, lo queramos o no, nuestra carta de presentación. Por ello, será importante recordar y ser conscientes de que la primera impresión es la que cuenta y la que queda registrada en nuestra mente durante años e incluso para toda la vida.
Esa primera imagen es la que transmiten nuestro aspecto y nuestros rasgos físicos, aunque sin lugar a dudas se vea reforzada con nuestro comportamiento y actitud.
Pero, ¿qué es la imagen personal? ¿Se puede mejorar o fortalecer? A grandes rasgos podríamos decir que es el cómo nos perciben los demás, se puede resumir en nuestra forma de vestir, pero sería algo muy confuso sobre todo erróneo.
Una persona puede tener una imagen cuidada y no transmitirlo, de ahí la importancia de prestar atención y trabajar la imagen en función de lo que queramos transmitir y sobre todo de cómo queremos que nos vean los demás.
Nuestro aspecto ha de ir acompañado de gestos igual o incluso más importantes que el aspecto físico: la forma de estar, comportarse, comunicarse, nuestra actitud o seguridad harán que proyectemos una buena imagen y por lo tanto, un buen recuerdo en esa primera impresión.
A simple vista esto parece sencillo, pero no todo el mundo logra transmitirlo ni ponerlo en práctica, aquí unas breves pinceladas para ayudar a trabajarlo.
El buen aspecto
Si hablamos de la imagen física, se resume básicamente en potenciar nuestras virtudes y disimular (qué no esconder, ojo) aquello que no nos gusta tanto o incluso nos acompleja.
Es obvio que hay características de nuestro aspecto que no se pueden modificar, nuestro color de ojos, la altura o el tamaño de pies y manos (a este apartado dedicaremos varios artículos más extenso en las próximas publicaciones, centrándonos exclusivamente en el asesoramiento de imagen).
Sin embargo, hay cosas que sí podemos trabajar, por ejemplo, es fundamental partir de un buen aspecto con cosas tan simples como la ropa limpia y bien planchada, unas manos cuidadas o una barba arreglada. Algo que muchas veces damos por hecho, eproque no siempre es así.
La importancia de la actitud
¿Y de la parte no física qué…? Pues siempre es fácilmente mejorable de la forma más sencilla, una simple sonrisa, la actitud, el respeto y lo que se considera más importante para potenciarla: mantener siempre el contacto visual con la persona o personas que tenemos enfrente, porque eso genera seguridad y confianza. No hay nada más interesante que una persona que mantiene firme su mirada mientras te habla. Así que ya saben, mírense.
Lucía Soilán Adán es asesora personal, personal shopper y estilista.