Raquel Carragal: «Emprender supone echarle valor porque tienes miedo»

Diario Marín abre hoy la sección "Pequenos Xigantes" con una giganta de excepción, Raquel Carragal, artífice hasta su venta de uno de los gimnasios más reputados de Marín: Alaïa.
4 de junio de 2023
Raquel Carregal

Se reconoce como «mujer pasional» y se le nota. Raquel Carragal sabe transmitir su entusiasmo en cada una de sus frases. Su energía contagia. Empezó como emprendedora en el año 2014 con el germen de Alaïa, uno de los gimnasios más reputados de Marín, en un local de 50 metros cuadrados que amplió en 2018 al de la calle Ezequiel Massoni. Valiente al dejar un puesto de gran reconocimiento, se define como «una enamorada de su pueblo, donde nací y crecí, y tengo a todos mis amigos y familia. No me imagino en otro lugar», añade.

Después vino el éxito profesional, el prestigio de las colaboraciones en Onda Cero y una pandemia inesperada, que le retó a desprenderse de su proyecto y asumir otro gimnasio más personalizado en un nuevo compromiso por ayudar a quienes seguían necesitando de sus cuidados mientras mantiene su estrategia de «Retos» en pro de visibilizar enfermedades complicadas y enseña a los alumnos del Colegio San Narciso a tener otra perspectiva de la vida.

Para ti, Raquel, ¿qué capacidad o vocación debe tener un emprendedor nato?

Debe trabajar y trabajar. Al principio, cuando yo empecé había quien me decía… ¡jo, pero qué suerte tienes! Y yo respondía, «ninguna». Al final, todo es trabajo, trabajo. Recuerdo el día antes de abrir el gimnasio… esa sensación de abismo, por la noche, de las hormigas en el estómago, con miedo realmente, porque había apostado todo a mi nuevo centro. Había dejado un puesto bien remunerado, con un cargo, y mi madre que me decía: «Ay, Raqueliña, tú estás convencida de que quieres hacer esto», ya sabes las madres… y yo le contestaba, «que sí, mamá». Emprender supone echarle valor porque tienes miedo. Resulta similar a una sensación de abismo.

¿Y no hubo apoyo financiero?

No. Todos los ahorros que tenía lo aposté. Tengo la suerte de que mi marido me apoyó en la decisión y en la compresión por el tiempo que le iba a tener que dedicar, pero financieramente no tuve más respaldo que mis ahorros. Capitalicé toda la prestación de desempleo que tenía y que jamás había utilizado y así empecé, invirtiendo mis ahorros. A las empresas pequeñas no se las ayuda nada. Deben trabajar un montón, porque todo lo que ganas luego vienen los trimestrales y desaparece. Pero este trabajo me permitió conciliar y compatibilizar mi experiencia como madre con mi profesión al llevarlos conmigo y preparar una zona especial para ellos. Con eso aprendí a fomentar que la gente viniera a su centro a realizar una actividad física pero que pudieran traer a sus niños, porque antes no había algo así. Incluso, lo favorecía con compañeros de trabajo.

¿De verdad?

Claro, cuando algún trabajador tenía un hijo convaleciente, yo le decía, tráelo aquí y le cuidamos y así era más fácil conciliar.

¿Y cuánto tiempo pasó desde que abriste hasta que pudiste firmar el primer contrato para un trabajador?

Empecé en septiembre de 2014, pero a la temporada siguiente ya hice el primer contrato. Empezaron conmigo con contrato de colaboración el fisioterapeuta y la nutricionista, pero el primer contrato con nómina fue un año después, ósea, que dos años. El máximo de nóminas que tuve fueron cinco y me generó muchísima satisfacción. Siempre hay que pensar que una empresa funciona por sus trabajadores y ellos eran gente muy, muy responsable. Por eso, hay que cuidarlos tanto, porque muchas veces eso no se hace.

Es cierto… especialmente en el sector de los cuidados físicos y mentales… ¿muchos sanitarios se encontraron desbordados después de la pandemia y ahora parece como que no tienen ilusión?

El conocimiento es poder pero a veces la gente pierde la pasión. Cuando tengo algún caso complicado y le explicó qué le está ocurriendo dentro de su cuerpo suelen agradecerlo muchísimo. No, nos damos cuenta de que al dar el conocimiento a una persona sobre su propio cuerpo le das poder para no volver a lesionarse, para encontrarse mejor.

¿Y por qué los médicos no lo hacen más?

Me imagino que es cuestión del escaso tiempo que tienen en cada cita médica pero también mucha gente va perdiendo la pasión por lo que hace y a mí eso me da mucha pena porque siempre digo que me siento una privilegiada. Todo lo que hago me encanta y lo disfruto. Pienso que tengo la suerte de dedicarme a lo que más me gusta. Es algo que ocurre en general a los profesionales, a los trabajadores, no sólo pasa en el sector sanitario, muchos pierden la empatía, algo que es muy importante, porque nosotros trabajamos con personas. Debemos esforzarnos por entender a esas personas, por reciclarnos, por adquirir nuevos conocimientos, sean alumnos ahora, pacientes, con el objetivo de poder ayudarles.

¿Cómo llevaste traspasar Alaïa? ¿Desprenderte de tu criatura?

Fue un sabor agridulce. Sentía lástima porque era algo muy mío, había empezado sola, con una mesa y una silla, y cuando lo dejé ya se había establecido como negocio que funcionaba después de muchas horas de trabajo. Ahora estoy encantada dando clases en el Colegio San Narciso porque siempre he tenido una gran vocación por la enseñanza. El poder transmitir lo que a ti te gusta a una persona que puede cambiar su punto de vista es algo increíble. Cada día vengo feliz a mi Colegio.

¿Pero no dejaste por completo tu faceta emprendedora?

No, cuando me fui de Alaïa tenía como un compromiso moral con algunos pacientes con patologías más importantes así que cogí un centro pequeño al que dedico poquitas tardes.

Su familia y sus amigos saben que el cerebro de Raquel Carragal no puede estarse quieto. Aunque siempre les diga que no va a emprender más, que ya se encuentra plenamente satisfecha por todo el camino recorrido y la enseñanza a sus alumnos, ellos la conocen mejor que sí misma. En su cabeza empieza a rondar la propuesta que la Federación de Galicia le acaba de lanzar para que esta titulada en Deporte «prosiga ayudando a la gente”, algo que le produce “una gran satisfacción en general». De hecho, afirma categóricamente que jamás cambiaría por nada del mundo la experiencia de emprender, por mucho que hubiera otra pandemia.

2 Comments Deja una respuesta

  1. ¡Cómo entiendo a Raquel y cuánta razón tiene! Y de suerte nada, la suerte es trabajo y trabajo y algún que otro desvelo. ¡Y muchas satisfacciones después! ¡¡Bravo por ella!!

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