Gente con mucho arte en Marín

18 de julio de 2023

La Asociación Marinense de Artesáns ha contado en las pasadas Fiestas del Carmen con una magnífica representación de los artesanos de Marín en la Alameda, donde se colocaron las tradicionales cabañas de madera para facilitar el paseo y la compra por parte de las personas que se acercaban a la Feria de Artesania.

Entre estas virtuosas de las creación con las manos, se encontraba Sonia María Fidalgo, una artesana cuya materia prima son las telas con las que confecciona objetos maravillosos, desde fundas de libros para leer, kits de pasta de dientes, bolsas térmicas, marcadores de páginas, protectores para gafas y un sin fin de objetos con telas de gran colorido y motivos diferentes.

«Empecé en esto porque me gustaba mucho coser. De aquel entonces, hace diez años, la artesanía era la novedad, otro mundo. Íbamos a las ferias y la gente estaba expectante, ahora se ha convertido en algo más habitual», explica Sonia María Fidalgo.

«Al final, te decides convertir esto en tu trabajo, pero la artesanía tiene detrás mucho trabajo y poca retribución. Hay que dedicarle mucho tiempo porque todas las telas se cosen a mano», añade la artesana marinense que suele recorrer todas las ferias de la provincia. Destaca la Feria de Artesanía que el Concello de Marín promueve en Navidad, en la que como ésta se ponen las preciosas casetas a semejanza de un poblado.

La dificultad de vivir de la artesanía

¿Se puede vivir de la artesanía? Sonia confiesa que «no, porque los precios son muy asequibles, pero ayuda». «Al no tener tienda física, este tipo de ferias permite que la gente te visibilice», precisa Sonia. Lo mismo opina su compañera, Berta Pazos, ceramista con 20 años de trayectoria, y Ana Breira, quien además de ser pintora trabaja el metacrilato: «las oportunidades de las ferias significan también mayor conocimiento de su trabajo».

En el caso de Berta Pazos, su apuesta se decantó por la cerámica a altos grados de temperatura, con algunas de sus piezas decoradas con motivos de los castros gallegos, que las convierten en objetos únicos y muy especiales. Nada más conocerla una puede observar su sensibilidad, su gusto exquisito y el amor por el detalle que hacen de su obra algo extraordinario.

Ana Breira, por su parte, vuelca su ingenio en colorido en unas macetas que llaman la atención por parecer figuras vivas y alegres. Las tres representan el sentir de esas mujeres delicadas y a la vez fuertes, confiadas en sí misma de que lo que hacen vale oro. Les aseguro que es así.

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