Las mujeres sienten miedo en el Lavadoiro do Souto en Marín

Las mujeres que van a lavar al Lavadoiro do Souto aseguran sentir miedo mientras realizan la faena: “lavamos por la mañana corriendo y marchamos no vaya a ser que se metan con nosotras”, asegura preocupada una señora mientras mira a un lado y a otro. Por la tarde, el Lavadoiro se convierte en refugio de trapicheos, de gente que prefiere vivir a escondidas para realizar sus intercambios. El lugar, próximo a la zona de urgencias del Centro de Salud, se ha convertido en un auténtico hervidero de transeúntes que se reúnen allí ajenos a las miradas de la población.

Gracias a su recogimiento, el Lavadoiro do Souto necesita que los visitantes bajen una pequeña escalinata para contemplarlo, lo que muchas veces disuade de su visita porque los turistas no saben que se van a encontrar cuando bajen. Las paredes se encuentran cubiertas de pintadas con nombres, cuentas de instagram, teléfonos, y mensajes desagradables como “Ratas» en la pared frontal.

También aparecen botellas, vasos, colillas de quienes han pasado una tarde allí. Sin embargo, el Lavadoiro de Souto cuenta con un entorno precioso, recorrido por el río Lameira y cercano a la hermosa vegetación natural del monte, lo que le da un enclave destacado para conocerlo. Además, su cubierta de cerámica curva a cuatro aguas sobre una estructura de vigas de madera vista que descansan en columnas de piedra lo convierten en uno de los lugares con más encanto de Marín.

Sus cerramientos laterales con muros de mampostería hasta una altura inferior a la cubierta permiten la entrada de cuantiosa luz natural que hacen fácil su razón de ser: el lavado y secado de la ropa.

Antiguamente, no había mujeres que no se acercaran a este lugar para lavar las sábanas y ropa de la casa. Aún hoy, muchas lo siguen haciendo, así que para que no desaparezca esta tradición, ni la ropa colgada en los muros para su secado, resulta pertinente denunciar la situación de abandono que está viviendo y que, en ocasiones, pone en peligro la integridad de los enfermos que se acercan solos, cuando no hay poco trasiego, a la zona.