La reforma del Pazo de Lourizán podría haber dedicado una parte importante del palacio al Museo Montero Ríos para conocer la figura de uno de los gallegos más ilustres del siglo XIX y primera parte del XX. Eugenio Montero Ríos (1832-1914) fue por unos meses, del 23 de junio al 31 de octubre de 1905, presidente del Consejo de Ministros por el Partido Liberal durante el reinado de Alfonso XIII.
Ministro de Justicia, Presidente del Congreso y Senado, entre otros cargos, el gran hito de Eugenio Montero Ríos fue la negociación sobre la pérdida de las últimas colonias españolas de ultramar. La firma del Tratado de París, como su nombre indica, sin embargo, no tuvo lugar en el Pazo de Lourizán (Pontevedra), como muchos documentos oficiales afirman, sino que la ratificación se firmó en la capital gala.
La confusión se debe a que Montero Ríos recibió la orden de acudir a París cuando se encontraba en el campo, supuestamente en el Pazo de Lourizán, su residencia de verano. Allí la regente María Cristina se comunicó telegráficamente con él para solicitarle que hablara con los estadounidenses por las fatales condiciones impuestas a España donde se obligaba al país a perder Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam. Dicen que al escuchar lo que se imponía en España, Eugenio Montero Ríos se levantó aireado, renegando de dicho Tratado.
Extracto de la Conferencia
“Cualquiera que haya sido la verdad de lo ocurrido, y hallándome yo en el campo, y ajeno por completo a los quehaceres de la vida pública fui telegráficamente llamado a Madrid para recibir el encargo de presidir la Comisión que había de ir a París para consumar doloroso sacrificio que ya Washington nos había irreparablemente impuesto”, explicaba Eugenio Montero Ríos, en la Conferencia El Tratado de París realizada en 1904 en el Círculo de la Unión Mercantil, que aún conserva su tataranieto marqués de Alhucemas, Manuel Sainz de Vicuña.
Proseguía: “Fueron inútiles mis excusas, fundadas en mi falta de aptitud y en mi situación personal que me había tenido alejado de toda participación íntima y directa en nuestras cuestiones coloniales. Se me exigió en nombre del patriotismo el cumplimiento de tan oneroso deber, y me sometí, sabiendo bien las amarguras y los dolores que me estaban reservados; marché a París con mis dignos compañeros de sacrificio los Sres. Abarzuza, de tan relevante historia política; etc”. Y esta es toda la verdad, partió y allí tuvo que ceder a las pretensiones americanas.
Por eso, considero que todas estas precisiones resultan tan importantes para la historia de España, no sólo de Galicia, que la Xunta debería preservar para que el visitante conozca todos los detalles de la historia y no únicamente de espacios forestales sino los documentos, fotografías, objetos y un sin fin de curiosidades que necesitamos para profundizar en nuestro pasado. Por ello, me gustaría contribuir a instar a un replanteamiento de la restauración del Pazo de Lourizàn con el fin de destacar este legado histórico que tan relevante es para España y América Latina, y ni decir tiene, para mí Galicia querida.