Nido de piratas: la fascinante historia del Diario Pueblo (1965-1984)

Nido de piratas de Jesús Fernández Úbeda narra la historia de la redacción Diario Pueblo de la que salieron escritores como Pérez Reverte o Julia Navarro.
10 de septiembre de 2023
nido de piratas

Antes de hablar de Nido de piratas conviene poner en antecedentes al lector. Nada que ver con la detallada labor de su autor, el periodista Jesús Fernández Úbeda, Destino 2023 de la  que nos ocuparemos a medida que esta reseña vaya avanzando y hasta donde sea aconsejable para no destapar situaciones, gloriosas unas, esperpénticas y tan alejadas la mayoría, que jalonan la obra de principio a fin. Los antecedentes que el lector debe conocer tienen que ver con quien esto escribe.

Un libro así es de fácil digestión cuando uno, de joven, llegó a mitificar al periodismo y a envidiar los días y las noches de aquellos que lo ejercían, suponiéndoles alejados de convencionalismos, con vidas frenéticas recompensadas con prebendas inalcanzables.

Pasadas las veleidades adolescentes y conocidos otros aspectos de la profesión mucho menos idílicos, no queda otra que ser agradecido a quien tanto me hizo disfrutar (en mi caso, Joaquín Vidal, Haro Tegclen, Vicent, Pradera o Segurola en El País de los años 80 y 90) y reconocer qué sigue habiendo grandes periodistas en este país -y los que están por venir- por mucho que sus vidas y su profesión poco tengan que ver con las del diario del que se habla en este libro.

Si el lector coincide con quien esto escribe y gusta de los intríngulis de aquellas redacciones llenas de humo de tabaco, de periodistas en camisa y tirantes, a gritos y con el tableteo de las antiguas máquinas de escribir y de teletipos que vomitaban las primeras pistas de un cadáver descuartizado, de un golpe de Estado en el África negra o de un accidente fatídico, ha dado con el libro adecuado.

Fernández Úbeda entrega una obra amena, un cóctel con una parte de material de archivo mezclado y sobre todo agitado con varias partes más, picantes y sabrosas, de testimonios y entrevistas con muchos de los protagonistas de los años más salvajes, descarnados y geniales de la historia del periodismo español.

La sede construída ‘ad hoc’ en la calle Huertas

Pese a haber sido fundado varias décadas antes e integrado en la estructura de los sindicatos verticales del régimen franquista, el relato se centra en los casi 20 años en los que el diario Pueblo tuvo su sede en un edificio, construído ad hoc, algo que revela ya de por sí los diferentes que eran aquellos tiempos a los actuales, en el número 73 de la madrileña Calle de las Huertas.

Este detalle no parece menor: en ese barrio, los periodistas de Pueblo tuvieron en Lope de Vega, Quevedo y otros ilustres de las letras patrias a los perfectos antecesores, más en riñas que en literatura, aunque de esta, del gran columnismo periodístico español, no hubo poco en el diario. Porque la nómina (qué término tan alejado del periodismo) de periodistas que convivieron en el edificio, algunos de ellos vivieron sería mejor decir, no es baladí.

Arturo Pérez Reverte o Julia Navarro

Emilio Romero, plenipontenciario director, menos amigo del Régimen de lo que aparenta un cargo que ocupó con derecho de pernada incluso, Raúl Del Pozo, Miguel Ors, Arturo Pérez Reverte, José Mª García, Rosa Villacastín, Yale y su hija, Julia Navarro, José María Carrascal, Manolo Molés, los fotoperiodistas Raúl Cancio o Queca Castillo…

El edificio de Huertas 73, una estructura perfecta de pisos, rangos y poderes, atravesada verticalmente por un ascensor siniestro, dotada de peluquería, whisquería y hasta una sala de juegos donde algunos se dejaban la paga mensual a poco de cobrarla, ejercía una atracción casi sobrenatural tanto con los becarios (los “Pelagras”) que allí buscaban un futuro como con el prestigioso profesional que engrosaba la plantilla de un vespertino que llegó a tirar más de 200.000 ejemplares alguna tarde y que fue clausurado por el primer gobierno de Felipe González, en una decisión de la que el lector podrá sacar sus conclusiones.

Desde el magnífico prólogo de Pérez-Reverte, superviviente de aquella redacción a la que llegó como meritorio y abandonó como reputado corresponsal bélico, estas aventuras periodísticas de la redacción de Pueblo constituyen también una crónica política y social de una España que vivía, dudosa y traumatizada, momentos decisivos.

El autor maneja con maestría declaraciones, recuerdos débiles (muchos de los protagonistas ya no están, otros no han querido estar y a otros les ha abandonado la memoria), olvidos premeditados, silencios incómodos por rencillas no resueltas y odios inolvidados. No se encontrará el lector, menos aún el estudiante de Periodismo, con los mejores ejemplos de deontología profesional. Al contrario, hallará aquí todo tipo de navajeos y filibusterismos en aras de la exclusiva y de la portada a cuatro columnas. Y aún así, disfrutará de unos tiempos que nada tienen que ver con los actuales en los que un diario como Pueblo y una manera de vivir como la de sus profesionales no tienen ya cabida.

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