Salinas de Ulló y Granja de Jesuitas, el idílico paisaje a quince minutos de Marín

Explotadas en 1706 por los jesuitas a órdenes de Sevilla, las Salinas de Ulló forman un escenario idílico de película con un lago enmarcado de piedra y una enigmática Granja con edificios de piedra, ahora cubiertos por verdín.
4 de septiembre de 2023

Las Salinas de Ulló, en Vilaboa, se abren al visitante como un inmenso lago enmarcado de piedra, antesala de la Ría de Vigo. No es hasta que uno se acerca al cartel que informa de la ruta y contempla la infografía del trabajo cuando comprende la envergadura del proyecto dedicado a la sal desde el siglo XVIII. Porque sí, las Salinas de Ulló suponían un centro de empleo importante en la zona para conservar los alimentos, pero además su paisaje resulta tan diferente, tan singular, que se ha convertido en el escenario de la serie Un asunto privado protagonizada por Aura Garrido y Jean Reno. A quince minutos de Marín, no deje de visitar esta joya de la naturaleza y escenario de película.

Fueron explotadas en 1706 por los jesuitas a órdenes de Sevilla después de comprárselas a Antonio Mosquera Villar y Pimentel. En aquel momento, la sal se utilizaba no sólo para la carne o el pescado, sino también para curtir pieles y amasar pan, e incluso para los procesos de elaboración del vino. Actualmente, las salinas cuentan con un gran valor por preservar el ecosistemas de las marismas.

En 1710 los vecinos de Vilaboa, Santo Adrián y Santa Cristina dos Cobres recibieron de la justicia de Pontevedra un salvoconducto para quedar exentos de pago no solo como “marlotos y carreteros”, que así se denominaban los obreros que trabajaban allí, sino como oficiales “que asisten a la fábrica de las salinas”.

En 1736 la producción no excedía de doscientas fanegas de sal “quando otras vezes davan de 600 a 800 fanegas”. Los terrenos comenzaron a arrendarse entre los vecinos, tanto para el aprovechamiento del junco como para el pasto. La producción de la sal de O Ulló decayó como consecuencia de los años de fuertes temporales de lluvia y la expulsión de la Compañía de Jesús por Carlos III en 1767, tras el Motín de Esquilache. Después, entre 1783 y 1793, nadie se quiso hacer con la propiedad por mucho bando que se pregonara en Pontevedra, Tui, Vigo o Vilaboa.

Las casas de la Granja

A legua y media de allí, los jesuitas crearon una explotación agroganadera con sus caballerizas, cuadras, corral o palomar. La granja contaba con residencia o casa principal para el administrador y con casas terreñas para los caseros encargados de “labrar el monte y tierras que en dicho paraje tiene este Colegio”. Los descendientes de esos administradores todavía recuerdan acercarse a ese idílico pasaje a mediados del siglo XX para cocinar. Hoy, el conjunto de inmuebles, forman un lugar idílico, cubierto de mohín y verdor, que conserva las lareiras del momento y las estancias tales como se quedaron cuando los últimos habitantes las abandonaron.

Las casas que se conservan en estos momentos no son las edificaciones del siglo XVII y XVIII de los jesuitas cuando estaban en funcionamiento las salinas, sino que son productos de las reformas llevadas a cabo en el siglo XIX por José Nazario de Arana quien reconstruyó parte de las antiguas viviendas.

Molino de Marea

En los años finales del siglo XIX, el ingeniero francés Felipe Auguste Cazaux, encargado de las obras del ferrocarril a su paso por Redondela (viaducto de Madrid, 1876) o sobre el río Miño en Tui (Ponte Internacional, 1885), se hace con la propiedad de O Ulló. 

Felpie Auguste proyecta entonces la construcción de un molino de mareas en las Salinas de Ulló y crea un muro de 375 metros de largo que se puede recorrer ahora. Gracias al molino, se podía estancar agua aprovechando la pleamar a través de las comportas para posteriormente cerrar las mismas y con la bajamar conducir el agua para producir energía.

Todo ese conjunto maravilloso, a 15 minutos de Marín en coche, supone un entorno de gran interés que todo el mundo debería conocer y tener presente en sus excursiones. Es relajante pasear con amigos por los parajes de la Granja, donde se puede observar túneles cubiertos para el estraperlo en tiempos de guerra, construídos entre el mar y el bosque, para esconder el traslado de mercancías. Allí a cualquiera le surge la inspiración, porque allí parecen habitar las musas… llenas de sonrisas color coral.

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