El irresistible encanto del «vintage», la moda más sostenible

La palabra vintage deriva de la cultura enológica, en concreto del término francés "vendange", o sea, vendimia, añada, y hace alusión al vino que se obtenía de las mejores cosechas. Así que, ¡ya indica algo positivo a priori! Su significado se adaptó al mundo de la moda, que fagocita todo lo que puede y más, para referirse a aquellas prendas o accesorios que han sobrevivido al menos veinte años después de su creación convirtiéndose en un clásico preciado.
29 de octubre de 2023
electric blue vintage,

Seamos realistas: el consumo masivo de ropa en nuestra sociedad es un mal que ya no podemos calificar como menor. Nos hemos dejado arrastrar por una rueda loca que gira sin parar y en la que hay que estrenar, continuamente, una prenda o un accesorio para sentirnos a gusto. Este recurrente Domingo de Ramos —fecha de vestido nuevo por antonomasia— está machacando nuestra maltrecha economía doméstica, pero, también, y esto es igual de importante, nuestro medio ambiente.

La ecuación es la siguiente: A través de webs, redes sociales y newsletters las grandes compañías textiles nos presentan novedades todas las semanas, las “influencers” del momento ya las tienen y… ¡oh!, ¡se las ve tan felices! Y nosotros, que traemos de serie una propensión innata a caer en la tentación, nos vemos sorprendidos, de forma repentina, por una urgente necesidad de conseguir ese complemento que dará a nuestros looks diarios el toque definitivo o aquel conjunto fantástico que nos convertirá en el personaje más cool de la temporada.

Objeto de deseo en un escaparate de Barcelona.

El resultado final es que kilos y kilos de ropa se desechan anualmente, incluso en vertederos. El desierto de Atacama, al sur de Chile, es uno de ellos y crece de forma tan descomunal que la ONU ya considera este asunto una emergencia medioambiental. Pero, ¡no se me alarmen! No todo está perdido ni tampoco pretendo demonizar el hecho de consumir ropa. ¡Nada más lejos de mi propósito!

La moda nos ayuda a comunicarnos a través de nuestra imagen, es parte importante de la información que transmitimos a los demás sobre nuestra personalidad; calificada como «el octavo arte» por el catedrático y escritor José María Paz Gago, hacer uso de ella es un derecho intrínseco a nuestra libertad, a nuestro deseo de ser diferentes. Pero, ¿qué tal si aplicamos la racionalidad en nuestras compras y nos decantamos por una alternativa sostenible?

Existen muchas opciones para conseguirlo y una de ellas es adentrarnos en el maravilloso universo vintage: prendas de épocas pasadas y gloriosas, en buen estado, originales y divertidas que no desean otra cosa más que tener un nuevo dueño que les insufle aliento de vida otra vez.

Antes de nada, aclaremos de dónde viene el término. La palabra vintage deriva de la cultura enológica, en concreto del término francés «vendange», o sea, vendimia, añada, y hace alusión al vino que se obtenía de las mejores cosechas. Así que, ¡ya indica algo positivo a priori! El caso es que este significado, rápidamente, se adaptó al mundo de la moda, que fagocita todo lo que puede y más, para referirse a aquellas prendas o accesorios que han sobrevivido al menos veinte años después de su creación convirtiéndose en un clásico preciado.(Wikipedia).

Vestido joya de Vintage Village, en Pontevedra

Y, aunque muchas personas tienen, inexplicablemente, reticencia a adquirir este tipo de moda por tratarse de piezas usadas en su mayoría (no todas), existe una gran tradición alrededor del vintage con un público que va desde lo más elitista de la sociedad hasta las economías más modestas, pasando por consumidores medios que, simplemente, se sienten mejor acudiendo a esta solución ecológica y sostenible —es pura economía circular— artífice de la tan ansiada diferenciación.

Vintage Village, en Pontevedra

A mí, particularmente, siempre me ha fascinado el vintage y he encontrado verdaderas joyas incluso, de marcas de enorme prestigio a precios increíbles; también ropa hecha por antiguas modistas que han dado el campanazo en las fiestas más chic y cuyo precio de adquisición no llegó a los veinte euros. Y es que variedad, ¡hay mucha!

Desde tiendas especializadas en lujo, hasta las que venden todo tipo de marcas o se centran en estilos concretos o, incluso, tienen un poco de todo. A ellas debemos acudir con mil ojos para encontrar ese tesoro, esa prenda clave que abrirá las bocas de admiración de nuestras amistades y nos hará sentir únicos.

Colección de pendientes Vintage Village, en Pontevedra.

Una de las ciudades donde más se practica esto de dar segunda vida a una prenda es Barcelona. Allí, existe una auténtica industria alrededor del vintage, con multitud de establecimientos de todo tipo y condición.

Sin embargo, para los que no queremos si quiera salir de casa, existen diversas plataformas como Vinted (para comprar y vender) o Etsy (artesanía y vintage fundamentalmente) o multitud de tiendas físicas que tienen también shop on line y que nos ofrecen la posibilidad de ser un poquito más ecológicos con nuestra indumentaria, aprovechando lo que otros ya no quieren a un precio muy asumible e, incluso, en algunas ocasiones, a coste de ganga.

Además, están garantizadas la originalidad y la exclusividad más absolutas. ¡La posibilidad de encontrarte a alguien vestido igual es nula! Y esto, en un mundo globalizado como el nuestro, es un plus muy a tener en cuenta.

En Madrid, Amores Eternos Vintage distribuye todo por décadas, facilitando al cliente la búsqueda. También vende «on line».

Composición de estilo René Magritte de 8Vintageshop

Si deseamos rizar el rizo, también podemos comprar ayudando a la vez, como ocurre cuando lo hacemos en tiendas solidarias de segunda mano, en las que adquieres moda a un precio extraordinariamente bajo, a la par que ayudas a la inclusión de personas desfavorecidas. ¿Alguien da más? ¡Creo que no!

Tienda solidaria Boa Vida en Pontevedra.

Y para terminar, Marín no es una excepción. Aquí también existen establecimientos que nos dan la oportunidad de hacer más sostenible nuestra sana adicción a la moda: El Baul de Kari, en la calle Doctor Touriño Gamallo, número 15 (686 70 53 19) les espera con los brazos abiertos y multitud de sorpresas, ¡se lo digo yo!

¡Una chaqueta espectacular de El Baúl de Kari!

¿Les he convencido? ¿Se apuntan a explorar la moda más sostenible? ¡Denle una oportunidad y luego me cuentan!

¡Feliz ecodomingo, queridos lectores!

1 Comment Deja una respuesta

  1. Hay que convertir el consumo de segunda mano como un estilo de vida o como una ideología (se persigue la idea de servir al planeta) y no como un indicativo de crisis o escasez económica. Esto ya es un planteamiento caducado y que cada vez más los jóvenes nos demuestran en nuestras tiendas solidarias BOA VIDA que ya vienen concienciados y evolucionado a al respecto. Gracias a todos los que nos visitan y apoyan nuestra obra social.

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