Los vencejos forman parte de la memoria colectiva de muchas y muchos de nosotros: no hay mejor anuncio del inicio de la temporada primavera-verano que el sonido de los vencejos por la mañana. Pero, además, se encuentran entre los seres vivos más fascinantes del planeta por su asombrosa forma de vida.
Los vencejos se han adaptado de tal forma a la vida en el aire, que pueden pasar hasta un año sin posarse en ningún momento, comiendo, bebiendo y durmiendo mientras vuelan de forma ininterrumpida. Únicamente en el momento de nidificar requieren posarse, algo que siempre harán en las zonas más altas, habitualmente en grietas y huecos de nuestros edificios. Eso es lo que hace que se hayan convertido en uno más de nuestros vecinos en pueblos y ciudades.
Pero los humanos, con las nuevas tendencias urbanísticas, no estamos cumpliendo con nuestros vecinos. Una de las principales amenazas que sufren estas aves en nuestro país es la destrucción de sus lugares de cría. Así, cuando vencejos comunes y pálidos vuelven desde África año tras año a criar en los mismos edificios, en ocasiones se encuentran con sus zonas de cría destruidas por obras de rehabilitación.
Señal de alarmas en las aves y gorriones
La organización SEO/BirdLife lleva desde nuestros inicios, hace 66 años, trabajando por la conservación de aves como los vencejos. Identifican y denuncian las amenazas que provocan su declive y proponemos las medidas necesarias para su conservación. Durante el último año se ha intensificado el trabajo de conservación en favor de un ave que, como todas las que se encuentran amenazadas, despierta todas nuestras alertas.
Que veamos menos gorriones, menos golondrinas o menos vencejos no es anecdótico sino una poderosa señal de alarma clara de que afrontamos una crisis ecológica sin precedentes que nos debe obligar a repensar nuestra relación con la naturaleza. Es el momento de poner toda nuestra energía al servicio de la naturaleza y las especies que permiten que la vida siga su curso.