No sé a ustedes, pero a mí cada vez me atemoriza más pasear por mi zona, Jaime Janer, Concepción Arenal, Francisco Landín Pazos. Ayer ocurrió otro hecho espeluznante por ese área del centro de la villa. Un hombre acuchilló de manera muy grave a una mujer embarazada de ocho meses en un locutorio de Concepción Arenal a eso de las diez de la noche a la que hubo que trasladar inmediatamente al Hospital de Montecelo con pronóstico reservado.
Diario Marín ha intentado ponerse en contacto esta mañana a primera hora con el Jefe de Policía para cotejar los datos, pero mientras la situación no se aclaré y sepamos si se trata de otro nefasto caso de violencia de género, el hecho nos debe hacer pensar que existen demasiadas agresiones por esa zona.
Se repite la misma forma de actuar de febrero de este año cuando otro individuo apuñaló en la Calle Jaime Janer, cerca del Colegio Sequelo, a otra mujer porque se «lo había indicado el diablo». El pasado viernes otro vecino agredió e insultó a un administrativo en el Centro de Salud de Marín.
Apuñalamientos
Hace poco más de un mes, Diario Marín recibió una alarma de una vecina que aseguraba que había gotas de sangre desde el Eroski hasta la marquesina, algo que provocó nuestra marcha inmediata e, incluso, la urgente llamada a la policía para saber si habían recibido alguna notificación que alertara de algún suceso en esa calle. Al ir a comprobarlo vimos que eran ciertas las gotas de sangre en la calle, pero realmente podía haber sido un sangrado de nariz sin importancia o un pinchazo, al encontrarse cerca de unos laboratorios.
La situación nos extraña y nos alarma. A los habitantes de la zona también. El propio celador agredido en el Centro de Marín pedía ayer más seguridad en las calles de Marín. Y nuestro periódico se une a esta petición, porque especialmente la zona del lavadero que no está demasiada iluminada, se juntan gente de todo pelaje que convierten la calle Busto en un callejón sin salida muy útil para ladrones y vándalos.
Y hago especial mención a la calle de la Calzada y al paso que de piedra que se convierte en refugio de fechorías, oscuro y sin vigilancia. Resulta necesario advertirlo para prestar más atención a lo que está ocurriendo.