Lola Fernández
Más allá de las estafas por amor, existen personas que en un determinado momento les conviene endulzar lo que sienten por otras y pasar meses, años, engañando a sus víctimas.
Si a lo largo de su vida se ha encontrado con este tipo de personas, ya sean mujeres u hombres, las reconocerá inmediatamente, pero consultando con psicólogos expertos estas son sus principales características y la mejor forma de actuar para evitar el desastre en su relación.
Ambiciosos. El perfil psicológico de una persona que comete un cierto fraude en sus sentimientos responde a la avaricia y gran capacidad para engañar, de ahí que suelan aprovecharse de la ingenuidad de las personas y de su creencia a pie juntillas de que el amor verdadero existe como en La Princesa Prometida.
Observadores. A esto se le añade que son personas muy observadoras, que estudian al resto de los seres con los que se relacionan y entablan conversaciones, preparan citas y muestran un interés inusitado para que éstos caigan en su red.
Educadas. Además, suelen ser personas educadas, seguras de sí mismas y que pronto ganan la confianza de su interlocutor, aparentando bondad que no tienen y no forman parte de su esencia.
Sensación de fragilidad. A veces, estos perfiles pueden llegar a utilizar la falsa fragilidad y vulnerabilidad provocando sentimientos relacionados con el altruismo, de ahí que busque mantener relaciones con víctimas vulnerables o que estén pasando por un delicado momento emocional.
Egoístas y sin empatía. Se trata de las características más precisas de este tipo de persona. Todos ellos tienen en común la falta de remordimientos, antes, durante y después de cometer sus actuaciones.
Por mucho que vean el dolor ajeno, no lo sienten, porque su capacidad para sentirlo es inexistente. No la tienen. Pueden ver a alguien llorando por una pérdida de un ser querido, pero no pueden ni si quiera llegar a emocionarse, asomarse a esos sentimientos, porque ellos NO lo viven igual. Incluso si pierden a sus propios seres queridos, lloraran por lo que les supone quedarse sin ellos, por perderlos desde su punto de vista egoísta, pero nunca por la fatalidad que le ha ocurrido a su ser querido.
De esta manera, si no quiere verse atrapado ni vinculado con estos perfiles y evitarse así traumas después de vivir años a su lado sin demostrar un ápice de dolor, sepa cómo prevenirlo y prevenir su corazón contra la maldad ajena que usted no tiene.
¿Cómo actuar?
Precaución. Lo primero es que al desconocer la esencia propia de esa persona, lo mejor será siempre no hablar de dinero. Ni de inversiones, ni de patrimonio, porque la mayoría de estos perfiles buscan en lo ajeno algo que quieren convertir en suyo. No se debe jamás facilitar el número secreto de la tarjeta, ni de cuenta.
Desconfianza. Si alguien le pide poner su casa a su nombre sin ofrecerle la mitad de su valor, o ver el testamento en el que figura como su heredero único, desconfíe y jamás lo haga. Nadie que le quiera de verdad, le pedirá nunca eso, ni aunque se estuviera usted muriendo y se quedará en la inanición. Desconfié. El amor no lleva implícito el dinero, así que si alguien se lo ha pedido manténgalo alejado de su persona y su comida, no le vaya a envenenar… jajaja, para cobrar la herencia. ¡Qué casos hay!
Distanciándose. Por mucho que uno haya querido a alguien, cuando observa estos rasgos tiene que hacer un llamamiento a la racionalidad. No se deje embaucar y ponga tierra de por medio. Distánciese y mantenga sólo el mínimo contacto posible. Rehúya de quedar y atender a sus peticiones. Si esa persona se echa un nuevo novio o novia, mejor para usted… ¡no lo dude! ¡Olvídese, y a otra cosa mariposa!
