El niño que se enfadó con la muerte y cómo sobrellevar el duelo

El niño que se enfadó con la muerte (HarperCollins) del oncólogo Enric Benito, miembro de SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos) es un libro clave para tomar este necesario camino.
27 de febrero de 2024
el niño que se enfadó con la muerte enric benito

En la cultura popular, la muerte siempre se nos ha mostrado representada como una dama esquelética, vestida con túnica negra, encapuchada y portadora de una afilada guadaña que, a priori, no augura nada bueno. Aunque puede parecer algo trivial e incluso hilarante, este malévolo personaje representa fielmente nuestro miedo al hecho vital de morir, consecuencia inexorable de haber nacido.

Este evento, que ocurre todos los días, y que puede aplicarse a la totalidad de los seres vivos pluricelulares de nuestro planeta, nos aterra y estremece a pesar de su cotidianeidad. La cosa llega a tal punto que, si se nos ocurre meter el tema en una conversación, seremos recriminados por la infantil creencia de que su sola mención ejerce de llamada a la fatalidad.

Los sentimientos que provoca este oscuro personaje, tan engastado en nuestro acervo cultural, sí pueden ser neutralizados a través del conocimiento y la comprensión del proceso. ¿Por qué no empezar hoy a ver la muerte de otra manera, como un tránsito hacia otra dimensión y no como un final, aceptándola como una fase más de nuestro ser?

Doctor Enric Benito, médico oncólogo y miembro de Secpal

El niño que se enfadó con la muerte (HarperCollins) del doctor Enric Benito, médico oncólogo  y miembro de honor de la SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos) –de cuyo grupo de espiritualidad fue coordinador–, es un libro clave para tomar este necesario camino.

Incluso, lo es también para descubrir otro tipo de médicos, ni distantes ni distintos a nosotros, cuya implicación en su vocación es tan grande que se ocupan de aquellos pacientes a los que la ciencia ya no puede curar, evitando así su abandono con la consabida frase “ya no podemos hacer más”. Porque, llegados a este punto, el paciente sigue necesitando cuidados físicos —eliminación del dolor— y, además, cuidados espirituales —ternura, acompañamiento y un profundo apoyo que reconozca su dignidad.

Prologo del catedrático de Psiquiatría, Javier García Campayo

Con prólogo del catedrático de Psiquiatría, Javier García Campayo, del que también hemos hablado por aquí, este ensayo comienza situándonos en la infancia de Enric Benito, etapa donde prendió la chispa que encendió su necesidad de enfrentarse a la muerte cara a cara y de guiar a otros para que también lo hicieran en paz, con tranquilidad y exentos de temor. En aquellos tiempos, ya pasados por suerte, no se utilizaba ni morfina siquiera para aliviar los tormentos derivados de una enfermedad incurable. Enric vio sufrir amargamente a su abuelo víctima de un cáncer con metástasis y ello le marcó de por vida. 

Con gran sabiduría y experiencia, nos relata su vida desde que era estudiante de Medicina, al contacto con sus primeros pacientes, como oncólogo. También, su crisis existencial que le llevó a abandonar el pedestal y los laureles que le proporcionaron esta rama de la medicina y su investigación, para bajar, nada más y nada menos, que al corazón de las personas que se enfrentan a su viaje definitivo. 

Como existe un nacimiento, habla el doctor Benito de un murimiento. Igual que siendo bebés habitamos el útero materno, calentitos y bien alimentados, hasta que un día nos vemos en la obligación de transformar nuestra forma de vida para nacer, cuando nos desconectamos de nuestro cuerpo con la muerte, pasamos también a otra dimensión distinta. Los dos procesos están bien organizados, nos recalca, aunque parezcan difíciles y dolorosos. ¡Ambos forman parte de la vida!

Sobrellevar la pérdida

Ya en las primeras páginas de “El niño que se enfadó con la muerte”, el lector no podrá evitar emocionarse con la narración de algunos de los muchísimos casos atendidos, contados siempre desde el respeto y el cariño que merecen los que se enfrentan a la agonía, y con los cambios de actitud de estos después de ser tratados como seres trascendentes, con una atención profesional, humanizada y adaptada a su carácter; también aprenderá que la compasión —que no la lástima— es el nombre que toma el amor cuando se encuentra con el sufrimiento de otro al que reconocemos en su dignidad.

Así mismo, adquirirá herramientas para acompañar en los últimos momentos a un ser querido así como sobrellevar él mismo esa pérdida como algo natural y esperanzador. Y, lo más importante y fundamental, empezará a observar a la muerte como lo que es, un evento que forma parte de la vida, necesario, indoloro si uno está bien atendido, el comienzo de algo más grande, quizás, pero nunca algo que nos asusta y paraliza: tenemos la certeza de que ocurrirá y no debemos tenerle miedo alguno.

Tienen más información en www.alfinaldelavida.org

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